LA LUZ DE MIS OJOS
Me ha despertado temprano la luz tenue de la mañana. Lo ha hecho despacio, sin ruido, primero con cierta cautela, para luego, con la naturalidad de quien entra en su propia casa, iluminar con infinita serenidad todos los rincones. Desde mi refugio he seguido sus movimientos tranquilos y he sido testigo de su propio milagro, de su infinito poder para transformar la tiniebla en claridad, sin artificio, sin prisa y sin pausa. Su presencia discreta, limpia y serena ha pasado a mi lado y me he sentido feliz, así que se lo he agradecido casi en silencio para no romper la perfecta armonía de ese momento. Luego la claridad ha iluminado todo sin pedir nada a cambio, y su bendita luz me ha permitido volver a ver el libro que descansa en mi mesilla, la foto que me acompaña cada mañana y la rosa que me recuerda que la amistad es un divino tesoro. Y me ha dado por pensar que los milagros existen y que cada amanecer es uno de ellos. Marieme